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CIRCULACIÓN EN EL ACUARIO MARINO

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Circulación:

 

El mar está en constante movimiento.

El viento, el sol, el magnetismo de la luna, Las diferencias térmicas y la rotación de la tierra… son entre otros, factores que provocan las mareas y las corrientes oceánicas. Además, todos ellos en conjunto provocan movimientos de agua locales de menor importancia, aunque vital para biotopos costeros. Este movimiento de agua aparentemente caótico, tiene un perfecto orden y equilibrio jugando un papel primordial en las vidas de todas las especies marinas; ellas llevan viviendo con las corrientes muchos miles de años. Producto de ello, las corrientes, han moldeado literalmente sus cuerpos y costumbres, dotándolos con características de adaptación como el hidro-dinamismo, la compresión lateral en los peces o la simetría radial en los cnidarios. Además las especies marinas han aprendido a usar las corrientes como fuente de aprovechamiento para funciones físicas como el desplazamiento, o metabólicas tales como la alimentación o la reproducción. Si la iluminación representa la base de la cadena trófica, la circulación es el factor que le aporta movimiento para hacerla posible. En el mar, todo está relacionado y la circulación no es una excepción. Así pues aunque tenemos especies que la evolución las ha llevado a depender por entero de la circulación y la iluminación (como el fitoplancton por ejemplo) No existe ninguna que no dependa de estos factores de forma indirecta. La corriente en el mar además de una fuente inagotable de energía transformada, es un regulador químico que ayuda a re-disolver el necesario oxígeno en el agua y a evacuar el exceso de otros gases sobrantes. La circulación además ha alterado la composición química del agua salada disolviendo en ella todos los elementos de la tabla periódica. Tras cientos de miles de años bañando todos los rincones de la tierra, logró disolver en proporción todos sus minerales en una compleja y magistral fórmula.

 

¿Cómo afecta la corriente en las especies?

Peces: Pongamos sólo unos ejemplos; gobios, peces payaso y otros pequeños peces que desarrollan su vida en muy pequeños territorios, no pueden desplazarse en busca de alimento. La corriente juega un papel elemental para ellos, ya que son depredadores a la espera de pequeñas presas que viven a merced de la corriente y de pequeñas partículas de comida. Muchas especies desovan y fecundan sus huevos directamente en el agua, a la espera de que la corriente los transporte y diluya las puestas en el agua, protegiéndolos de los predadores, que a su vez cuentan con ellas para alimentarse.

Invertebrados: En realidad, todas las especies que carecen de patas, aletas o aparatos locomotores para desplazarse dependen de la circulación para todo; Alimentación, reproducción, defensa, etc. En realidad estas especies con simetría radial son “producto de la circulación” ya que muchas de ellas son las más primitivas del mar. Como la corriente en el mar no es igual en todos los biotopos, tenemos gran variedad de especies sésiles completamente especializadas en un tipo de entorno muy concreto. Como ejemplo, Las gorgónias no tienen esa forma de abanico por casualidad, lo que hacen es exponer el máximo número de pólipos a la corriente con el fin de atrapar el máximo de partículas (véase fotos de arriba) En cambio los plumeros de mar son anélidos que esperan partículas de comida en un radio de 360º al igual que las anémonas y muchos corales. Sus cuerpos están realmente “esculpidos” por las corrientes.

En nuestro acuario.

Pese a su relativo pequeño tamaño nos resultaría tremendamente difícil emular en nuestro sistema estas sofisticadas corrientes, tanto en sus variaciones como en su caudal. Sin embargo, la observación del comportamiento de estas corrientes nos da una referencia clara de camino debemos tomar al configurar la circulación de nuestro acuario. Vamos a resumir todos los aspectos de la circulación en dos grandes aspectos: “La calidad y la cantidad”.

Calidad: El primer objetivo que debe cumplir la circulación de un acuario es la homogeneidad. De nada nos sirve una fuerte corriente si tenemos zonas en el acuario donde el agua está completamente parada. El agua en sí misma, al contener vida tiene un consumo constante de oxígeno que en el mejor de los casos supera 1 Mg/L O2 cada día. Si no renovamos el agua de esa zona del acuario el oxígeno se agotará inexorablemente. A estas áreas pobres en oxígeno las llamamos zonas anaeróbicas, que producirán con toda seguridad serios problemas con la tasa de sustancias nitrogenadas, muerte de especies, plagas de algas, etc. Además, esta zona queda lógicamente excluida del alcance de nuestro sistema de filtración, haciéndola vulnerable a los depósitos de restos de comida, algas muertas y otros deshechos. La circulación al igual que en el mar ayuda a la disolución del oxígeno y a la evacuación de los sobrantes de CO2. Un acuario Sano y bien montado tiene entre 6,5 y 7 Mg/L de O2 disuelto o bien un potencial REDOX superior a 300mv. así que imaginemos por un momento una sonda de medición REDOX recorriendo todos los puntos del acuario. Esta sonda nunca debería medir una diferencia menor que 250mv en ningún punto del acuario. Entonces, ¿Cuales son los puntos “negros “que podría localizar esta sonda?

1. El substrato: En la arena del fondo queda atrapada agua entre gran y grano, y si ponemos una capa de cierto grosor contaremos con toda seguridad con una gran zona anaeróbica. Cuando el potencial REDOX alcance valores inferiores a -250mv enseguida se formará una desnitrificación bacteriana mediante bacterias facultativas que formarán Amoníaco. Más adelante a -370 mv aparecerá la putrefacción presentando el tóxico gas ácido Sulfhídrico (H2S) Entonces será posible ver unos puntos negros característicos entre la arena y el cristal, anunciándonos una inminente catástrofe en el acuario. A pesar de ello, muchos aficionados cuentan con generosos grosores de sustrato como un punto clave de su acuario. Estos aficionados están usando el “Método de la arena viva”. La diferencia es que si esa arena cuenta con los pobladores adecuados,

pequeños góbidos, crustáceos, ofiuroideos, anélidos, moluscos, equinodermos, etc. que al vivir en ella, la mueven constantemente aireándola lo suficiente para que no existan sobrantes de comida o algas, sino que además cuentan con bacterias autótrofas capaces de realizar el ciclo del nitrógeno correctamente. Este sistema es especialmente recomendable en acuarios de arrecife. De no contar con estas especies debemos mover nosotros mismos la arena sifonándola periódicamente o usando una mínima cantidad. Los usuarios del método “Jaubert” o “Plenum” deben contar con estos pobladores en la primera capa de arena.

2. Tras la roca viva: Es muy popular el método de decorar el acuario construyendo una pared de rocas apoyadas sobre el cristal trasero. Para conseguirlo necesitamos una base de piedras bastante ancha, que con toda seguridad nos va a producir zonas anaeróbicas. Para evitarlo tenemos dos maneras: Evitar este tipo de decoración o colocar entre el muro una pequeña red de tuberías de PVC con múltiples salidas que garanticen la completa homogeneización del agua. Además, una decoración práctica además de ser estable debe posibilitar el registro manual y visual de la parte posterior del acuario con el fin de mantener su limpieza. Para cumplir estos requisitos, resulta bastante recomendable el sistema de adosar a una estructura de PVC previamente construida todas las rocas con bridas plásticas atóxicas. Logrando un arrecife en el que las rocas no están apoyadas unas con otras y dejando que “corra” el agua

3. El filtro: Siempre se nos olvida contar con él como parte viva del acuario. Un filtro mal diseñado o sobredimensionado puede presentar una velocidad lenta de paso de agua y por tanto pequeñas zonas pobres en circulación o nulas, con el agravante de que están pensadas para retener partículas en suspensión. Para acabar de estropear todo solo falta un mantenimiento insuficiente. Evitemos pues estas situaciones.

4. La superficie: Precisamente por la superficie del agua es por donde el agua puede intercambiar los gases. En la inter-fase aire/agua se forma lo que se llama capa de tensión superficial, donde se producen intercambios osmóticos entre ambos fluidos. Las proteínas y la grasa tienden a verse atraídas por esta capa de tensión superficial, al igual que en un espumador de proteínas. El problema es que si el agua no tiene suficiente movimiento esta capa cada vez es más gruesa (hasta 0,2mm) impidiendo el intercambio gaseoso y por tanto la oxigenación del acuario. Provoquemos pues, una corriente de superficie que provoque un movimiento y renovación constante de la capa de tensión superficial.

5. El fondo: Como en el la superficie se producen estos intercambios, es fácil suponer que allí es más accesible el oxígeno, y que en el fondo es más escaso. Además en superficie nos encontramos muy cerca de la pantalla de luz, que emite severamente calor sobre el agua Evitemos estos inconvenientes moviendo e intercambiando la superficie con el fondo creando corrientes ascendentes y descendentes.

Cantidad: Ahora que sabemos dónde es necesario prestar atención con la corriente vamos a ver cuanta corriente necesitamos. Partamos de la base de que por muchas bombas que pongamos NUNCA lograremos alcanzar ni de cerca las corrientes marinas, especialmente cuando este acuario marino es de arrecife. Con lo cual elegiremos bombas realmente potentes. Como orientación tenemos esta referencia: Para acuarios marinos de peces bastará con multiplicar 5 veces el volumen de agua que contiene y sabremos los litros por hora que necesita de circulación. En cambio para acuarios de arrecife multiplicamos entre 10 y 20 veces. Un acuario de 300 litros debería disponer de al menos 3.000 litros de circulación muy bien repartida, contando por supuesto con la que nos ofrece el sistema de filtración.

Bombas:

En el acuario tan sólo disponemos de las bombas para producir corrientes. Afortunadamente disponemos de una gama extensísima de ellas para elegir las más adecuadas. Generalmente las bombas no ofrecen dos tipos de rendimiento: Las pensadas para elevación de agua y las pensadas para circulación. Si lo que tenemos es una urna de filtración bajo el acuario y necesitamos elevar 4.000 litros esta agua, necesitamos bombas del tipo de las primeras, mientras que si esta bomba sólo la queremos para hacer circular 4.000 l/H por el acuario montaremos las segundas. La diferencia entre una y otra es la capacidad de elevación, ya que para un mismo caudal una puede tener el doble de vatios que la otra. Además tenemos bombas estancas que pueden trabajar tanto dentro del agua como fuera de ella, asistida con tuberías de PVC. Realmente, el único factor limitante a la hora de colocar bombas es la temperatura. Las bombas transforman parte de su energía en calor que transmiten al agua, y si en verano no contamos con un enfriador, no podemos colocar todas las bombas que queramos. Una solución muy extendida sería colocar las bombas fuera del agua, actuando como si fueran filtros exteriores.

 

Ya sabemos dónde necesitamos y cuanta circulación poner en el acuario. Ahora ya puestos, sería deseable imitar esas corrientes cambiantes aparentemente erráticas del mar. Disponemos para ello de una herramienta muy útil para la circulación, especialmente útil en acuarios de arrecife. Se trata de los llamados controladores de olas. Olas, realmente no hacen, pero gestionan las bombas encendiendo y apagando las bombas en turnos programables al gusto del usuario. Hoy disponemos de varios modelos; unos atenúan las corrientes por la noche con sensores de luz, otros gestionan bombas especiales con variadores electrónicos de frecuencia, (las revoluciones del rotor) y otros realmente intentan crear mediante inercia de masas vaivenes de agua similares a “olas”. Si bien no es imprescindible el uso de estos aparatos para el buen funcionamiento de un acuario marino, todos estos sistemas han demostrado ser especialmente beneficiosos en acuarios de arrecife, obteniendo datos de crecimiento de corales y macro-algas muy superiores a demás de aportar dinamismo y espectacularidad al acuario.

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